Vimos la gran
estrella de Mercedes sobre el edificio a la izquierda del carril bici
por el que circulábamos. Nos llamó la atención a ambos, pero por
motivos diferentes.
Nos encontrábamos en
Berlín Marzahn, típico barrio de Berlín este que, hace 30 años, estaba separado por el telón de acero de Berlín oeste. Hace 30 años, cuando
la principal preocupación en Europa no era la inmigración, sino la
tensión producida por la lucha a muerte entre dos sistemas
políticos, el capitalismo de los países industrializados
occidentales y el comunismo oriental, especialmente el soviético.
Ella me preguntó,
“¿Mercedes es un nombre frecuente en Alemania?”
Su pregunta me
recordó las mañanas de domingo de mi infancia. Me levantaba pronto
para estar a las nueve en el parque, hora a la que comenzaban a
aparecer los perros y sus dueños. Los conocía a todos por el
nombre: Boby, Hanna, Betsi, Puki, Shiva, Teo, Ours … Sus dueñas se
entretenían charlando conmigo. Alguna me mandanba al quiosco a
comprar el periódico, dándome la vuelta de propina. Dos de mis
preferidos eran Herta y Otto. A ambos los conocí siendo cachorros.
Una joven empleada de una consulta médica del barrio, los sacaba a
pasear. Durante meses, a primera hora del domingo por la mañana y a
diario durante las vacaciones, fui a jugar con ellos al parque,
mucho antes de que los otros niños bajaran. Herta y Otto me recibían
con entusiasmo y alegría animal.
El caso es que, años
más tarde, en Alemania, escuché hablar de una pariente lejana
llamada Herta, y no pude evitar extrañarme de que le hubiesen puesto
nombre de perra.
“Mercedes, ” le
respondí “no, no es un nombre frecuente, tú llamarías a tu hija
Seat o Renault?”
Mi impresión, al
ver aquella estrella de Mercedes entre los Plattenbauten, edificios
construidos con forjados prefabricados, tan típicos de la
“democrática” Alemania soviética, fue de encontrarme ante una
contradicción. Mercedes-Benz, multinacional fabricante de uno de los
bienes de consumo más preciados, ídolo del capitalismo, el coche de
lujo, símbolo por excelencia de la sociedad de consumo y del
individualismo normalizado, el que sigue la norma de los medios de
masas.
Mercedes Benz pues, rodeada de gigantes camaradas de hormigón, por edificios colmena poblados por incansables obreras y obreros que tantos planes quinquenales realizaron.
Mercedes Benz pues, rodeada de gigantes camaradas de hormigón, por edificios colmena poblados por incansables obreras y obreros que tantos planes quinquenales realizaron.
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