Y el desastre se anunció con coloridos símbolos,
lacitos y banderas, collares y pulseras.
Tenebroso ambiente festivo.
En el silencio espeso, que ya nadie era capaz de romper,
resonaba cada gota de rencor,
al caer al vaso casi lleno de egoismo y absurdos ideales patrióticos.
-¡Visca, arriba, gora!- jaleaban, ansiosos de que el vaso se desbordara.