Fue aquel verano, hace 30 años, en el que me pareció que las chicas se habían vuelto locas.
Tendríamos 19 los dos.
Ella me sursurró al oido, - Si ahora nos viera mi padre, te mata.-
A pesar del calor, un escalofrío recorrió mi espalda. Conocía a su padre, era guardia civil y su mirada espantaba.
Pensé - Pues ya puesto, podía matarnos a los dos.-
No me agradaba la idea de morir solo y cargar con toda la culpa.
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