A
algunos la arrenga de Charles Chaplin en “El gran dictador”, les
sonará a alemán, a otros a castellano y a otros a catalán.
Y
es que ninguna cultura se libra de tener sus aspirantes a dictador
particulares. En eso, Dios fue justo, repartió la gilipollez por
igual entre todos los pueblos.
Cuando se escucha hablar a alguien, es muy fácil darse
cuenta si lo que está diciendo, lo está diciendo con buena o con
mala fe. A mí me ha llamado la atención la mala fe que ultimamente
se escucha por todos los lados, especialmente respecto al TIL.
Para
volver a Charles Chaplin y al gran dictador, su alocución final es
una obra estelar, realmente maravillosa.