En las películas, los protagonistas huyen en el coche, salvándose del peligro.
En la realidad, los coches son un peligro. No sólamente por los accidentes de tráfico que causamos con ellos, por el aire que contaminan, por el ruido que causan, por el espacio que ocupan, por la energía que consumen, también por la falsa sensación de seguridad que sugieren.
En situaciones extremas, el coche o el móvil pueden dar una falsa sensación de seguridad, cuando para intentar salvarse convendría centrar la atención en lo que está pasando a nuestro alrededor, no en las máquinas.